"Un depósito bancario, un alzamiento de bienes
y una rumana chantajista"
Mirador de Montepinar va recuperando su toque de humor que se echó en falta en los primeros capítulos de la temporada, que eso no quita que no estuvieran bien, pero para mi gusto no resultan tan divertidos como estos últimos y espero que el resto de temporada continúe así.
Pero ayudar a su amigo Enrique no ha sido lo único a lo que se ha dedicado Antonio esta semana, ha ido más allá. Como es un egoísta sin corazón ha decidido poner el 1ºA a nombre de Toñín, pero hasta entonces será Nines la que regente el piso, no ha entendido nada de lo que dice el notario pero se ha quedado con lo más importante de todo. Esto es algo que viene de perlas a Nines ya que su prima quería echarla si no pagaba el alquiler, pero ahora las riendas del piso las tiene ella. Raquel no se contiene y le cuenta lo que sucede a Rebeca, y ésta acude a Antonio pero él tiene un papel firmado por Berta en el que le da derecho a manejar sus bienes. Aquí es dónde ya nos va gustando más la abogada y muestra su faceta de hija de su madre demandando al pescadero por no haber pasado la manutención de Toñín durante los cinco años, por lo que si no paga podrá ir a la cárcel.
La que no han perdido el tiempo han sido Berta y Araceli en su andadura de compañeras de piso, y es que el breve romance que tuvieron la pasada temporada ha pasado factura. Pronto vemos como el roce hace el cariño y la religiosa está a punto de besar a su amiga, pero no, lo bueno llega por la noche. Berta debe de tener miedo o algo y acaba metiéndose en la cama de Araceli para dormir juntas pero debido a la estrechez se van a la de matrimonio y unas palabras y otras llevan a Berta a lanzarse a Araceli y pasa lo que pasa. A la mañana siguiente, entre rosario y rosario, Berta quiere ir a confesarse al padre Alejandro con su amiga Araceli, donde le cuentan lo sucedido y descubrimos que el cura también tuvo su aventura homosexual en el seminario. La verdad es que esta parte de hablar de la sexualidad y meterse con la iglesia y su última cena dónde Araceli comenta que todos eran gays ha estado bien.
Lo de los Cuquis ha pasado ya del punto lamentable a penoso durante el transcurso de este episodio. Todo comienza cuando se enteran de una gran cantidad de dinero que tiene Izaskun en el banco y quieren ir a por ella, disfrazando a Maite como la señora. Cuando Edurne, interpretada por Anabel Alonso, llega a Mirador se instala en el piso de su madre, Izaskun. El porque de esa visita es bien sencillo, Izaskun a fallecido y la hija va a hacerse cargo de las gestiones, una muerte que si no llega a ser porque los Cuquis lo comentan en el bar no se entera ni Peter. Los antiguos pijos de Montepinar consiguen salir del piso gracias a que Maite aún lleva el maquillaje y fingen estar regando las plantas, pero se quedan en la calle. Amador lleva a Edurne a un asador con la intención de emborracharla y que no vaya al banco, pero al final el borracho termina siendo él y termina teniendo una gran noche de sexo con la mujer aunque no le guste. Como no les puede salir nada bien, los del banco descubren la trampa de los Cuquis y se quedan sin dinero, pero por si no fuera poco, Edurne se lleva las llaves del piso dejando a Maite y Amador en la calle. Después de que nadie les ofrezca una triste habitación, a pesar de lo sentimentales que se pusieron cuando el Recio los dejó en la calle, terminan con una cama en una plaza del garaje. Lamentable.
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