"El diseñador"
Velvet va tomando forma aunque de momento haya algunos personajes prescindibles, pero eso pasa en todas las series. Doña Blanca ha estado algo desaprovechada en estos dos últimos capítulos y esperemos que vaya adquiriendo algo de trama, aunque sea con el insulso de su hijo que parece que nos los quieren meter a la fuerza. Intentado encontrar algo para arreglarse el estropicio de cara que tiene, y con eso me refiero a que se la han partido, se lo encuentra su querida madre que no tarda en arreglarle. Pero lo que en realidad hacia era robar, no sabemos el qué ni para qué pero ya podíamos intuir que no había ido a recuperar el amor de la madre que lo abandonó, lo mismo ni es el hijo de verdad.
Mientras tanto, a nuestra querida Luisa le va a salir caro que Don Francisco la haya ayudado, me da a mí que hubiese preferido quedarse en el paro que pasar por lo que está pasando. Si la semana pasada veíamos como el cliente se alejaba de ella por haber confundido supuestamente las intenciones de la costurera, ésta semana no se ha andado con rodeos y ha ido claramente a por ella. Un dilema que tiene la pobre que ya veremos si no pasa por el aro ya que no le va a quedar otra si quiere ayudar a su marido, que a saber qué le pasa porque ni si quiera hemos visto que ella vaya a visitarle si está tan enfermo.
Que Clara tiene la visión muy alta ya lo sabemos, no hay más que ver como la semana pasada tuvo que cubrirla Rita ante Pedro. Ahora más que en Pedro tiene puesto los ojos en Mateo, pero éste pronto la manda a tomar pimientos haciéndola creer que iban a tener una cita ya que la manda hacer una reserva en un restaurante pero resulta que es para él y otra chica. A si es que no le queda otra que volver humillada con Pedro después de haberle dejado en ridículo cuando él quería tener un detalle con ella haciendo una reserva, pero en el lugar de siempre ya que no hay dinero para más. La pobre de Rita se queda descompuesta al ver como trata su hermana a su querido y encima él destroza la radio que le regala. Por si fuera poco, tiene que oír como su hermana se beneficia a Pedro después de lo que ha hecho, lo mejor de todo es cuando se queda en la puerta escuchando como si fuera una voyeur.
Menuda sorpresa se lleva Doña Gloria cuando descubre que su querida hija Patricia no la quiere ayudar a hundir a Alberto para quedarse con las galerías. Pero claro, si la madre es una lagarta de cuidado la hija no podía ser menos, de tal palo tal astilla. Cuando Alberto no hace más que humillarla como si no tuviese ya que trabajar de dependienta pues claro, se lo pone a huevo para aliarse con Gloria. Cuando ve que Ana y Alberto siguen con su tonteo ya tiene claro que hacer y su madre va a contribuir en desenmascarar esa relación.
No es que hayamos visto mucho a la parejita sufridora junta a lo largo de éste capítulo, más que nada porque Alberto se ha dedicado a estar con Raúl de la Riva, y claro, ya que se ha tenido que comprometer porque a Ana no le dio la gana fugarse pues que menos que hacerle un poquito la pelota al diseñador de moda. Además a Alberto parece que le pone de mala leche estar con Cristina y más cuando el padre le echa en cara no haberle dicho lo del robo y él piensa que se ha ido de la boca la prometida, pero no, es Gloria que hace todo lo posible por hundir a su hijastro. Además, gracias a Cristina, Raúl de la Riva decide quedarse a trabajar en las galerías a pesar de que los pagos no sean como él quiere, pero todo sea por la rubia. Y hablando de la rubia, hay que ver la puntería que tiene para hacerle preguntas a Ana, por si no tenía suficiente con ser su sirvienta particular, perdón quería decir costurera pero como la tiene para ella solita de un lado para otro... Lo mal que lo pasa cuando la invitan a la cena y tiene que ver como Cristina y Alberto están haciendo manitas.
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