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lunes, 26 de mayo de 2014

Crónica Velvet 1x14

"La noche de la reina"


Ya nos temíamos lo peor cuando desapareció el vestido de Cristina al final del episodio pasado, pero han sabido manejar la situación. Aunque Ana, Rita y Max hayan querido mantenerlo oculto e intentar recuperarlo no han podido, por lo que se han tenido que poner todas las modistas de las galerías a las manos de Raúl de la Riva, que se ha tenido que largar de la despedida de soltero de Alberto y ha llegado más borracho que una cuba. Soberbio enfrentamiento entre Don Emilio y De la Riva dónde el jefe de dependientes ha demostrado que sabe enhebrar una aguja y puede ser de gran ayuda en una noche como esa donde todos tratan de hacer un nuevo vestido. Por fin hemos podido ver durante esas largas horas como Clara se une a las chicas de las galerías y tienen una gran conversación en la que Luisa cuenta por lo que ha pasado. Y qué decir de Ana, que es la chica que se tiene que probar el vestido de novia ya que es la única que tiene las mismas medidas que Cristina. Una noche para el recuerdo y en parte gracias a la borrachera de Raúl y a la confesión de Rita, que fue quién extravió el vestido para evitar la boda, aunque inconscientemente.


Memorable ha sido la noche de Alberto y Mateo con su gran borrachera. Tal es el estado de embriaguez que llevan encima que ni siquiera reconocen a los dos hombres con los que se tropieza, Adolfo, el hombre que ligó con Rita, y Antonio, el que tuvo su pequeño lío con Ana. Ya intuíamos que la noche no terminaría demasiado bien para los cuatro y tardaron más de la cuenta en chocar. La primera que llegó para poner las cosas en su lugar fue Clara al enterarse de que su querido Mateo estaba tonteando con otras. Una vez en el burdel ya fue cuando las cosas se calentaron ya que Antonio contó lo que pasó con Ana y que había cierto payaso del que seguía enamorado, por lo que Alberto le propinó un buen puñetazo al recordar de quién se trataba. Un buen jaleo que se terminó con la aparición de Enrique, que se encontraría retozando por allí con alguna señorita de vida alegre celebrando su recién paternidad de hacía escasas horas.

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